viernes, 15 de octubre de 2010

Tipos de Comunicación 

Existen cuatro estilos de comunicación:

a.  Agresivo,
b.  Pasivo,
c.  Pasivo-agresivo, y
d.  Enérgico. 

Un estilo de comunicación agresivo expresa su punto de vista con poco o sin interés por los derechos, pensamientos y sentimientos de los demás. La comunicación agresiva es intimidante, manipuladora, y tiene más que ver con el poder y el control que con la cooperación y la comunicación.  
La intimidación, los gritos, las amenazas y el chantaje son herramientas para hacer el trabajo. Sin embargo, los costos en el plano de las relaciones personales y profesionales pueden ser muy altos. Ser receptor de este tipo de comunicación puede ser atemorizante, y generar resentimiento o ira. 
El estilo pasivo, por lo general, se caracteriza por nunca encontrar la satisfacción de las necesidades. Algunas personas no expresan, tal vez porque no pueden, sus necesidades abiertamente. Otras estarán de acuerdo con cualquier cosa que esté aconteciendo.  
Al no comunicar sus necesidades a terceros, existen pocas posibilidades de lograr eficacia o buenos resultados. Esto puede llevar a sentimientos de baja autoestima, o a la idea de ser rechazado intencionalmente. 
La comunicación en forma pasiva-agresiva tiene que ver con las indirectas. Algunas personas sólo dejan algunas pistas de lo que verdaderamente quieren decir. De este modo, se espera que el receptor anticipe las necesidades del emisor infiriendo el mensaje y actuando consecuentemente.  
El propósito o la acción deseada nunca son enunciados con claridad. Algunos ejemplos son: hacer pucheros, el sarcasmo, hacer caras o revolear los ojos. El problema aquí es que se espera que las personas puedan leer estos mensajes indirectos con claridad. Y dado que la mayoría de los mortales no tienen la capacidad de leer la mente, esto no suele funcionar del todo bien. 

Estrategias de comunicación efectiva 

El estilo de comunicación más efectivo, sin dudas, es el enérgico. Éste se basa en la habilidad de expresar los pensamientos y sentimientos, a medida que éstos ocurren, sin pisotear los derechos de los demás. Se trata de asumir la responsabilidad de comunicar lo que uno cree, necesita y quiere.  

Es igualmente importante respetar los derechos de los otros, aunque a veces debas decir que no. Expresando las ideas de modo directo y en forma enérgica puede construir respeto y autoestima, y hacer más productivas y menos volátiles a las relaciones. ¿Cómo hacemos esto? 
Sé directo, conciso y directo con la persona que te estás comunicando. Si se está discutiendo un problema, abórdalo con claridad y no esquives el asunto. Sé específico y ofrece ejemplos que ilustren tu punto de vista.  

Asimismo, no permitas que las emociones controlen la comunicación. Cuando esto ocurre, uno puede dejarse llevar por las emociones y perder de vista el objetivo del mensaje.  
Esta es una fórmula que puede ayudarte a enviar un mensaje claro: 
“Cuando tú____________. Yo siento_______________, y quiero/necesito que hagas________________.”

Un ejemplo con los espacios en blanco completos sería:
“Cuando tú llegas del trabajo y vas directo a la televisión, me siento ignorado; necesito que al menos digas ‘hola’ y me des un abrazo antes de echarte en la cama”.
En este ejemplo, la acción específica que provoca el problema queda claramente señalada, la emoción y el sentimiento quedan identificados, al igual que el acto correctivo. Básicamente, las necesidades de la persona son puestas sobre la mesa para su consideración.  
Esto no significa que vayan a ser satisfechas, pero al menos son presentadas de modo claro, directo, y sin amenazas de por medio.  

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